Llega el Ferrocarril I
La
Estación de trenes I
Actualmente, con excepción de la ciudad autónoma de Buenos Aires, algunas localidades de la Provincia homónima, y escasas líneas en algunas provincias, el transporte ferroviario de pasajeros prácticamente no existe en nuestro país; pocos ramales subsisten y muchas de las estaciones han sido destinadas a albergar Bibliotecas, Casas de Cultura, Registro Civil, o Museos de cada lugar.
El
edificio estaba destinado al funcionamiento de oficinas, boletería y depósito
de herramientas.
Estación de trenes de Alta Gracia, mi ciudad. Fotografía propia |
Hoy, en un viaje
imaginario, llegamos en tren a una época que difícilmente volverá. La campana
de bronce parece ser agitada nuevamente, anunciando la partida del tren esta
vez, con destino al presente y, llevando como pasajeros, los recuerdos.
La Estación del
ferrocarril, ese conjunto de edificios de finales del siglo XIX, de
arquitectura típicamente inglesa, se revela ante los ojos del observador, como
una impronta que el paso del Ferrocarril dejó en pueblos y ciudades del
interior.
Estación Santa Teresa, Provincia de Santa Fe |
Estación Ranqueles, Provincia de Córdoba |
Estación Sancti Spiritu, Provincia de Santa Fe |
Estación Sierra de la Ventana, Provincia de Buenos Aires |
Estación Cnel. Gordillo, Provincia de La Rioja |
Estación El Trigo, Provincia de Buenos Aires |
Entre
múltiples ejemplos, todas ellas perdieron con el tiempo la función para la que
fueron creadas.
La red
ferroviaria argentina, con 47.059 km de vías actuales, (es la octava más extensa del planeta) llegó a ser una de las más
grandes del mundo con 100.000 km de líneas férreas, sin embargo, el levantamiento de vías y el
énfasis puesto en el transporte automotor fueron reduciéndola progresivamente.
La
vieja estación de trenes de mi ciudad conserva el estilo inglés del techo de
chapa, otrora verde y hoy pintado de color rojo y sus paredes de ladrillos, sin
revoque.
Abandonada
durante varios años, usurpada por vecinos sin hogar, el gobierno municipal la
recuperó y restauró entre 2004 y 2005. Actualmente luce como una Oficina de Registro Civil, donde las parejas se casan y los hijos se registran.
La
estación de trenes que se emplazó en Alta Gracia era considerada de primera
categoría, ya que contaba con todos los servicios: carga, pasajeros,
encomiendas y bagajes y, depósito de locomotoras.
Cuentan los
libros que. . .
El Ferrocarril, llegó a
Alta Gracia, Provincia de Córdoba, República Argentina el 25 de julio de 1891.
Foto ilustrativa |
Este ramal, venía desde
Buenos Aires y pertenecía al Ferrocarril Central Argentino, el que más tarde
(1948) sería la línea General Mitre.
Los pasajeros que llegaban a Alta Gracia, en su mayoría, lo hacían desde la Capital Federal o, desde diferentes puntos de la Provincia de Buenos Aires, muchos de ellos atraídos por el clima benévolo buscando el sol y el clima seco recomendados para sus afecciones respiratorias.
Foto ilustrativa |
Los pasajeros que llegaban a Alta Gracia, en su mayoría, lo hacían desde la Capital Federal o, desde diferentes puntos de la Provincia de Buenos Aires, muchos de ellos atraídos por el clima benévolo buscando el sol y el clima seco recomendados para sus afecciones respiratorias.
Durante los primeros
años, el tren sólo trasladaba personas. A partir del 1900 comenzó a trasladar
ganado, especialmente mular. Años más tarde, con la creación de las canteras de
piedra caliza, en 1912, comenzaron a llegar los trenes de carga para el trasporte
de piedras y cal. En la misma época, se transportó también, para su acopio en
los grandes “galpones del Ferrocarril” que aún subsisten, productos de
agricultura.
A partir de 1950 y con
el surgimiento del colectivo como otro medio de transporte para trasladar
personas, la actividad ferroviaria comenzó a mermar. También los productos
agrícolas comenzaron a transportarse en camiones, más ágiles que el tren.
En Alta Gracia, el tren
dejó de funcionar para el traslado de pasajeros en 1977, mientras que su último
viaje transportando carga fue en 1993.
(Continuará)
Algunas Fuentes entre varias en esta entrada:
Bibliografía
local.
¡Cómo cuesta mirar atrás!
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