La Quinoa
La quínua o quinoa luce brillante, tal cual fuese
primera estrella, en el escenario de los
vegetales que nutren nuestro organismo.
De aspecto parecido al mijo, 350 semillas de quinoa apenas
pesan un gramo, pero resultan muy nutritivas, a tal punto que la Organización
para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) la promueve
como alimento alternativo de alto nivel nutricional: contiene el doble de
proteínas que los cereales habituales, menos carbohidratos, vitaminas del grupo
B, y muchos minerales como hierro, calcio y fósforo.
Con un balance excepcional entre aceites, proteínas e
hidratos de carbono, esta semilla que en los Andes se conoce desde hace casi
7000 años ahora es centro de miradas de todo el mundo, e incluso la NASA la
incluyó dentro de su programa de viajes espaciales.
“Donde nada crece,
la quínoa está de pie. En los altos desiertos de los Andes o en los llanos
pampeanos, con temperaturas bajo cero o que superan los 30º, este pseudo-cereal
altamente nutritivo sólo quiere vivir. Este "grano madre", como lo
llamaban los incas, soporta estoico condiciones extremas y logra desarrollarse
en terrenos tan salinos como el mar, según demostraron recientemente
científicos de la Argentina y Alemania”.
Científicos argentinos mostraron que crece hasta en suelos
con más salinidad que el mar.
Según la Dra. Sara Maldonado, quien junto con otros
biólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de
Buenos Aires (FCEN-UBA) y junto con científicos del Institute for Plant
Ecology, Justus-Liebig-University of Giessen, de Alemania, llevaron adelante el
experimento, según el cual, los cultivos de quínoa crecieron y produjeron
semillas de calidad.
Las plantas de quinoa fueron sometidas durante el
desarrollo a diferentes niveles de salinidad. Algunas recibieron hasta 500
milimoles de cloruro de sodio, es decir, como si crecieran en agua de mar.
Fuente:
Para LA NACION
Cecilia Draghi
Periodista
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