Somos una mezcla de Energías. . .

Según la Lic. Elizabeth Varga Ramírez, la Energía se manifiesta de diferentes formas, conforme su densidad, clasificándolas en tres categorías:
Enardecidas, Pasivas y Equilibradas.


Energías Enardecidas:
Son aquellas energías horizontalmente expansivas y pesadas, por el exceso o enardecimiento en su manifestación. Ellas incitan, excitan, irritan, intoxican, exasperan, exaltan, encolerizan, exacerban, enervan, sulfuran, enrabian e instigan, aumentando la bestialidad, la pasión, la ansiedad, la aventura, la hiperactividad, la vileza, la crueldad, la violencia, la agresividad, la vulgaridad, el cinismo, el desafío, el escándalo, lo ridículo, lo inhumano, la provocación y el enfrentamiento.
Éstas precipitan al cumplimiento compulsivo y violento de las ansias y deseos, creando el anhelo por disfrutar de los objetos materiales y el placer físico.
Exaltan por su impulsividad, irritación, imposición, ira, abuso, arrebatamiento, violencia, egolatría, presunción, vanidad, fanfarronería, jactancia, arrogancia, mentira, ordinariez, grosería, irrespeto y,  populismo.
Energías Pasivas:
Son verticalmente decadentes y lentas, por ser manifestadas con deficiencia.
Se encargan de confundir, además deprimen, agotan, extenúan, desalientan, desorganizan, desorientan, causan enfermedades, atontan, embriagan, embotan la razón e inducen a la pereza, la soñolencia, la oscuridad, la indiferencia y la ignorancia, volviendo la mente insensible, inerte e inútil.
Se relacionan a la dejadez, al desgano, la apatía, al descuido, al abandono, el desinterés, la vagancia, la no participación, la negligencia, la desidia y sobre todo la animalidad.
Además confunden y atan por el apego a la ignorancia, la dependencia, adulancia, temor, “sordera”, “ceguera”, torpeza, pereza, desaliento e incomprensión. Obstruyen el desarrollo del discernimiento, la lógica, la inteligencia, el raciocinio y la confianza en sí mismo.
Energías Equilibradas:
Desde el punto de vista energético algo que está equilibrado no es ni “bueno” ni “malo”, no se encuentra en exceso ni se encuentra con déficit.
Por lo tanto, son las energías que por ser más sutiles, son verticalmente elevadoras. Ellas desarrollan en el individuo esa necesidad de cambiar y de liberarse, luego de muchas existencias. Son energías relacionadas al amor, la paz, respeto, rectitud, benignidad, claridad, bondad, lucidez, sinceridad, precisión, búsqueda de la verdad, fuerza, felicidad, sobriedad, calma, confianza, responsabilidad, disciplina, serenidad y cordialidad, a modo de ejemplo.
Ellas liberan por su incolumidad, autodeterminación, entereza, sensatez, tenacidad, libertad, benevolencia, independencia, ecuanimidad, igualdad, control, responsabilidad, voluntariedad, respeto, dignidad, honradez, sencillez, humildad, generosidad y altruismo.
Pero cuando son manifestadas con apego, miedo o desconfianza, también pueden seguir atando. Pues dentro de ellas, también se pueden apreciar diferentes grados de vibración que las hacen levemente enardecidas o levemente pasivas.
La liberación energética se va dando, cuando las energías al irse equilibrando se van haciendo una sola, conformando un Todo con idénticas características vibracionales.
En el caso de las energías enardecidas y las energías pasivas, por ser tan pesadas y/o tan lentas, estarán atando eternamente a la esencia individual a “nacer y morir”, mientras no se produzca el reconocimiento del verdadero equilibrio.
Es de acuerdo a su manifestación que se deriva El Principio de Responsabilidad Energética Individual al accionar en pensamientos, palabras, obras, sentimientos, emociones,...
Nada queda impune en el Universo. Nada queda finalmente desequilibrado.
Todo es perfecto. Hasta la presencia de los seres humanos sobre la Tierra.




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