¿Se crece o se envejece?

Existen muchos especialistas, de opinión escuchada, principalmente en el mundo de la moda que ven en la edad un límite al Ser, de cada persona. Sostienen que la edad tiene sus limitaciones y que habría que respetarlas.
Darse cuenta que el tiempo pasa para uno y los demás que constituyen nuestro entorno pareciera ser una lánguida despedida, que cuesta asumir. De allí mi pregunta ¿se crece o se envejece? El paso del tiempo implica un proceso casi imperceptible hasta que un día lo descubrimos, mirándonos desde el afuera, desdoblando nuestro rol personal en actor y espectador. La resistencia aparece. Pero el cambio es inevitable. Sin embargo, está en Nosotros saber reconocer nuestro crecimiento interior, saber rescatar nuestra sabiduría interior, ésa, que nos permitirá No condenarnos frente al hecho develado.

Reflejamos lo que somos interiormente. Para nada debemos sentirnos viejos en el sentido de ser “algo que no sirve”. Servimos, por supuesto. Crecemos día a día y si sabemos cuidarnos, si nuestra salud es prioritaria, si cumplimos reglas de oro que establecen también los especialistas, otros en este caso, mejoraremos nuestra salud y no decaeremos espiritualmente. La belleza que innegablemente ostenta un cuerpo Joven se va metiendo en el adentro, con la experiencia vivida y se exalta en nuestro Ser, cuanto más hemos crecido.

Aparece, así, otra forma de admirarla, sin que ello sea obstáculo para dejarse el pelo largo, vestir vaqueros o ponerse una bikini. A propósito, una vez, hace varios años, vi una señora en la pileta de un hermoso hotel de Cancún, México, con una dos piezas de color verde brillante. Su cuerpo, bronceado y delgado, cargaba con 77 años y se derrumbaba en pliegues y arrugas, pero su “Actitud” frente a la vida la convertía en la más bella de todas las mujeres que lucían sus cuerpos, en ese lugar.

Por suerte, la mujer actual, en su gran mayoría, se cuida como nunca y cuenta con más posibilidades de acceso, no sólo a las técnicas que la ayudarán a estar mejor físicamente, sino también, espiritual y mentalmente.
Mediante el conocimiento de nuestro Ser Interior nos transformamos en una visa sin tiempo. Por eso, en este camino que nos toca vivir a los humanos, sin lugar a dudas, iremos dejando nuestra juventud adolescente atrás para alcanzar la sutil belleza de la madurez, expuesta tal vez en el cuerpo , pero más aún, en el pensamiento que no termina nunca de crecer.


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