Para pensar. . .

En los caminos de la vida, la humanidad ha soslayado siempre las verdades. Muchas veces no las ha sabido o querido enfrentar y les ha puesto una careta. Hoy pagamos las consecuencias de tal forma de visión. Por eso, esta Parábola, por cruda que parezca nos enfrenta a nosotros mismos y nos propone un desafío para cambiar nuestra forma de ver el Mundo en que vivimos, con todas sus interrelaciones personales, universales y totalizadoras. ¡No desperdiciemos la oportunidad de ser mejores!

La parábola de la verdad

Los discípulos de un rabino, famoso por ser erudito, le preguntaron por qué acostumbraba a esclarecer la verdad contando una historia.
Él respondió:
- Todo esto puedo explicarlo contando una parábola sobre la propia Parábola.
"Un día, la Verdad andaba visitando a los hombres sin ropa y sin adornos, tan desnuda como su nombre.
Y todos que la veían, le daban la espalda de miedo o de vergüenza y nadie le daba la bienvenida.
Así la Verdad recorría, los confines de la Tierra, despreciada y apartada.
Una tarde, muy desconsolada y triste, la Verdad encontró a la Parábola, que paseaba alegremente, con una ropa muy bella y colorida.
- ¿Verdad, por qué estás tan abatida?
le preguntó la Parábola.

- Porque soy tan vieja y fea que los hombres me evitan, replicó la Verdad.
- ¡Qué disparate!
dijo la Parábola, riendo.

- No es por eso que los hombres te evitan. 
Toma, ponte una de mis ropas y fíjate lo que pasa.

Entonces, la Verdad se puso una de las lindas prendas de la Parábola y de repente, en todos los lugares por donde pasaba, era bienvenida.
El rabino sonrió e concluyó: Pues la verdad es que a los hombres no les gusta encarar a la Verdad desnuda...
- Ellos, prefieren disfrazarla.


Fuente: Boletín 86 Enbuenasmanos.com


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