Una prenda . . .
En mi época infantil y luego juvenil, los soleros o soleras, como las llamábamos, invadían el vestuario de verano. Generalmente se llevaban cortos, a la rodilla. Esta temporada se han renovado y en un revuelo de de telas livianas de algodón, de múltiples motivos, colores y diseños, simples o adornados con hermosos pasacintas o puntillas inundaron las calles, las plazas y las playas de nuestro país en agobiantes jornadas estivales.
Bellos por natural creación humana, los soleros o soleras, dejan respirar la piel, afinan la silueta, dan un aire de romántica añoranza y embellecen a quienes los lucen.
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